El proceso para seleccionar a un nuevo Papa sigue siempre un estricto
protocolo, que también habrá de aplicarse para elegir al sucesor de Benedicto
XVI.
Tras declararse Sede Vacante, el Vaticano deberá convocar al Cónclave de
cardenales que se estima se realice entre 15 y 20 días después del pasado 28 de
febrero.
Los cardenales menores de 80 años, que son los que pueden votar, son aislados en la residencia Santa Marta del Vaticano y juran guardar secreto.
El Cónclave comienza con una misa solemne en la Basílica de San Pedro.
Los cardenales, caminan en procesión a la Capilla Sixtina recitando las
letanías al Espíritu Santo.
Después se comprometen a mantener en secreto todo lo que se diga o haga en el Cónclave. Enseguida, el Maestro de Ceremonias Pontificias pronuncia la frase "extra omnes" y todos los ajenos al Cónclave salen de la Capilla. Por sorteo se designa a tres escrutadores, tres enfermeros y tres revisores, las puertas quedan protegidas por Guardias Suizos.
Se distribuyen dos papeletas con la frase “Elijo como Sumo Pontífice”, y
debajo un espacio en blanco para el nombre del elegido. El cardenal dobla dos
veces su papeleta y la lleva hasta una urna en el altar.
Los nombres de los votantes se anotan en una relación, mientras que los
votos contabilizados se cosen con aguja e hilo para mantenerlos unidos.
Las boletas se queman después de cada votación. Si de la chimenea de la
Capilla sale el humo blanco quiere decir
que se ha elegido Papa.
Una vez elegido, al seleccionado se le pregunta: "¿Aceptas tu
elección canónica para Sumo Pontífice?"
Finalmente se anuncia al mundo con la fórmula: Habemus Papam!" y el
pontífice imparte su primera bendición a los católicos...
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